Ayer por la noche los residentes del barrio Las Vísceras fueron testigos de un nuevo hecho de violencia: la banda de delincuentes conocida como “Los extravagantes del tres coma catorce” golpearon a todos los transeúntes vestidos de rojo, como es su costumbre, dejando un saldo de tres muertos y catorce heridos, sin contar las fracciones de cuerpos amputados. A pesar del terror que hoy se vive en el barrio, logramos interrogar a uno de sus habitantes para averiguar más sobre el asunto:
“Si a uno no le pegan así como así; primero que nada, estás vestida de rojo, te agarran y te interrogan… a un primo lo pescaron, y le preguntaron, sin más, '¿Lo general o lo particular?', y menos mal respondió lo primero, porque de lo contrario lo dejaban de perlas, como a los otros”.
Así nos dijo doña Rosita, quien además rogó nos pidió muy pedidos que no revelásemos su identidad, por lo que se puede esperar que este no sea el nombre de la entrevistada, así como puede esperar que efectivamente lo sea. No se debe correr el riesgo del descarte.
Este es el quinto altercado del mes por parte del grupo delictivo, y, no obstante, las opiniones de las autoridades responsables se encuentran divididas; por un lado, el Ministro de Incorporación Poética ha defendido lo que ha llamado “la causa de la desmitificación de la violencia”, y también la “toma de conciencia del causar dolor ajeno como acto poético”.
“No, pues, ¡si no es una barbaridad! Éstos jóvenes están haciendo un llamado a la reflexión sobre las censuras que nos hacemos todos los días. Nos dicen que debemos vivir nuestras vidas como un acto libre hacia nosotros mismos, y que sólo a partir de una explosión de contenido materializado, físico, podemos despertar del letargo que han causado las colectividades, obsoletas en el nuevo panorama mundial”.
Poco tardó el Ministerio de Asuntos Metafísicos y Cotidianos en pronunciarse, como es común, a través del vocero de
“Los del Incorporativo simplemente no dejan de repetir el mismo discurso, y, mientras, suceden problemas reales, problemas que conciernen verdaderamente a la población; al parecer no se han percatado de que el simbolismo del número 3,14 (…), es decir, del número Pi, es de una trascendencia vital para el mensaje de estos jóvenes; quieren establecer una mediación entre lo particular y lo general, y al golpear y matar a quienes optan por lo particular, claramente imponen la idea del balance, pues prima -en general- la tendencia a lo particular”.
A esta hora, los vecinos del barrio Las Vísceras no tienen más remedio que dejar de alimentar a sus perros, que, una vez violentados por el hambre, son soltados a la calle, esperando que estos reemplacen temporalmente las medidas de las autoridades. Otros no se muestran tan esperanzados: Tal es el caso de doña Rosita, que poco antes de finalizar nuestra entrevista no pudo dejar de destacar: “Si me traen a otro Duchampiano a la casa, le juro, le juro que… ya no sé”.
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José Luís Acuña